advenimiento de oligarquías que sean al mismo tiempo aristocracias.
De hecho las grandes revoluciones que registra la historia fueron siempre sublevación contra oligarquías sin aristocratismo; contra la minoría de fuertes que no eran también los mejores; contra los que ejercían privilegios sin derechos. En una de esas grandes sublevaciones tuvieron origen los ideales democráticos. Si todavía perduran es porque no quiere verse en la aristocracia un atributo consubstancial de la oligarquía. es ahí, con esa consubstancialidad de oligarquía y aristocracia, donde se incuba en política lo general y eterno.
Pasarán siglos, sin duda, antes de que ese perfecto canon político llegue a encarnarse en el gobierno de los pueblos. Hasta es legítima la duda sobre si algún lejanísimo remanso del futuro podrá deparar a los hombres encarnación tan venturosa. Lo justo es esperar una sucesión de oligarquías cada vez más impregnadas de aristocracia. Relativismo siempre, pero relativismo polarizado hacia el bien común.
Desgraciadamente, surge en el progreso polí.
tico un grave obstáculo interruptor, restador, por lo menos, que sitúa a interminables intervalos, en la distancia temporal, los escalones de aquel perfeccionamiento. Consiste en que, en último término, el progreso político implicita la resolución de muchos y sucesivos problemas, de derecho, de moral, de justicia, inaccesibles a las de.
más mayorías populares. El resolverlos, el sólo contemplarlos, supone una conducta fundada sobre la interrogación. el dinamismo de los pueblos no tolera nunca, porque le resulta venenosainente estática, conducta semejante.
Pese una vez más a los principios democráti102 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.