Strike

subleve a nuestra conciencia ser tratados igualmente a los desiguales. por qué en política vamos a permanecer indiferentes ante ese espectáculo?
Hay gente que lleva mucho más lejos la inconsecuencia de Ortega y Gasset. Bien, raciocinan los tales. Ya sabemos, por que los hechos nos lo demuestran, que si teóricamente es inadmisible, prácticamente es inaplicable el principio democrático. Sabemos que, en realidad, existe siempre una minoría gobernante; que todo poder es de esencia más o menos oli.
gárquica. No ignoramos que el acceso al poder reposa sobre un juego de intereses creados en que la decisión popular interviene en grado mínimo, ni tampoco que la omnipotencia de esa decisión no significará el advenimiento de una perfecta labor gubernativa. Pero justamente por eso, por tratarse de puras cuestiones formales, no debemos hacer hincapié crítico en ellas. Estériles en la práctica, el espíritu de la época las torna insubstituibles en lo escrito. Dejemos subsistir una antinomia cuya acción sobre el mecanismo social resulta nula en absoluto.
Este raciocinio no puede convencer a nadie.
Primero por el indecoroso concepto que envuelve sobre la perfectibilidad humana; después porque ni individual ni socialmente, ni en política, ni en lo que no es política, debe tolerarse una tan abierta disyunción entre lo escrito y lo práctico, entre la norma y el hecho, entre los imperativos legales y los imperativos de acción. Si la antinomia existe hay que delatarla; primer paso para llegar a extirparla. Si el principio democrático es reprochable en sí mismo, huelga la crítica sobre las formas espúreas que es susceptible de revestir.
De ahí que nuestra requisitoria incida precisa96 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.