y ha hecho del Poder Legislativo el mayor de los adefecios que puedan imaginarse. una elección para componer un cuerpo constituyente, en la cual el Gobierno actuase como garante del derecho de cada ciudadano para depositar su voto por quien mejor le pareciere, y sus agentes velasen con la mayor eficacia para ampararlos contra la mentira, la coerción y el cohecho de los manipuladores electorales de mala fe, sería el despertador más poderoso del civismo nacional, y el título más auténtico a la gratitud de los pueblos que pudiera ostentar el depositario de un Gobierno usurpador. Una elección así, cuya calificación legal se confiase a la decisión inapelable de la Corte Suprema de Justicia, para sustraerla a las artimañas posibles de los profesionales de la política, no sólo sería un despertador del civismo, sino una prueba de honradez que sorprendería muy gratamente a la Nación.
Al quedar nuevamente constituída la República, ya tendrían los partidos una bandera, una soberbia bandera que enarbolar y defender: LA CONSTITUCIÓN NACIONAL. la tarea sería ruda e inacabable, como serían rudos y constantes los ataques contra ella, ora del Poder Ejecutivo, ora del Legislativo, ora del Judicial, acostumbrados como están a creer en su omnipotencia, a creer que pueden hacer cuanto se les antoja fuera de las atribuciones que la Constitución les señala. en la defensa de la Constitución, serena pero resueltamente emprendida, el partido que mejor la defienda tendrá el apoyo del pueblo, porque defendiéndola defiende y ampara el derecho de todos, la libertad de cada uno.
Agrupado el pueblo al rededor de esta bande69 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.