de la recelosa abstención del pueblo, de su apartamiento de las cosas de la política. Si fuera pre.
ciso demostrar esta tesis, nos bastaria con citar fechas recientes que no van más allá de 1894.
Comprendemos que la tarea es ardua, pero no imposible. Que comience el Gobierno por infundir confianza a los ciudadanos asegurándoles que dará garantías a todos igualmente y que respetará y hará respetar el veredicto popular sea cual fuere. Que lo prometa, que lo asegure, que lo cumpla y que haga recaer la saución legal, sin debilidades ni condescendencias, sobre los infractores de la ley electoral, y el primer paso estará dado. Lo demás lo hará la propaganda por la prensa y la tribuna, no entregadas a declamadores irresponsables, sino confiadas a los más capaces y expertos de los miembros de cada partido. La confianza en el Gobierno y la seriedad de la propaganda cívica harán renacer la fe y la es.
peranza de mejores días bajo el reinado cierto de la soberanía nacional.
El mayor mal que han hecho las oligarquías en el poder es haber llevado el escepticismo político al alma de la Nación y sembrado en ella la persuación de que sea cual fuere la que domine siempre dominará en provecho de sus miembros y contra los intereses de la comunidad.
En las democracias «no hay más que pueblo y «en el pueblo hay que fundar todo lo que sirva para administrar y gobernaro. Por esto, una de las primeras necesidades del país es provocar la reforma o la abrogación, así sea por medio de una revolución desde arriba, de la Constitución de 1917, que entrega la elección de Presidente de la República a una especie de aristocracia sin base, como está sin base la misma Constitución, 68 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.