nir de Colombia, puede negar que ante todo y sobre todo necesita técnicos que exploten sus ri.
quezas y resuelvan los grandes problemas de que está rodeada. Técnicos en agricultura, en comercio, en industrias, en política, en economía. Pero esos hombres para que cumplan su cometido, deben ser lo suficientemente educados, deben tener un sustento moral tan sólido y elevado que contagie por completo el alma colectiva. Con la ganancia como única meta de las acciones humanas, ni se engrandece un pueblo ni se hace rico.
El apego desmedido al dinero seca el corazón, encastillando al hombre en su propio egoísmo haciéndolo infecundo para todo trabajo social y para la alta visión que requiere la prosperidad de las empresas.
El practicismo como aquí se ha entendido, es una especie de idealismo al revés. Se han suprimido las gallardías y ampulosidades de la raza, que no obstante lo desmedido, tenían sello de gracia, para suplantarlas por un afán de sórdido lucro en el cual no entra para nada la preparación científica. Al verbalismo retórico que a pesar de todo delataba cierto empeño de lírica selección y que tan castigado ha sido por los críticos de la «práctica, ha sucedido un verbalismo pseudocientífico, que no ha trascendido a los hechos. así, estamos hoy tan garrulos como ayer, con el aditamento de que antes teníamos flujo de palabras sonoras y hermosas, con las cuales pintábamos desinteresados estados del alma, que poco perjudicaban, y ahora charlamos lo mismo, empequeñeciendo las cuestiones y sugestionándonos con el enlabio de que marchamos por caminos de validad. En lo que sí hemos ganado, hay que confesarlo, es en la profusión de destinos públicos 53 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.