Violence

la posibilidad de un tirano semejante en pleno siglo xx parece, especialmente en tierra americana, apenas concebible por una mente enferma.
En épocas lejanas, cuando la humanidad avanzaba a través de continuas crisis, y la idea del derecho no había alcanzado la forma arquitectó.
nica actual, tal tirano se explicaba. Que las civilizaciones orientales admiraran al lujoso rey, mezcla de gobernante y sacerdote, era natural.
Que Grecia y Roma, en algunos períodos, lo sufrieran, que la Edad Media tuviese un Ezzelino da Romano, un Galeazzo Sforza y un Borgia, se explica. Nada daba entonces a los pueblos los derechos ahora adquiridos. El grado de cultura era inferior. Generalmente el tirano aparecía en colectividades agrícolas con poblaciones esparcidas en amplio territorio, sin vínculos, sin ideales, sin finalidad alguna posible presa de un invasor sin piedad, defendidas solamente por aquel que las tiranizaba. Entonces por lo menos la esclavitud política era consecuencia de hechos lógicos aunque injustos. Además, el mundo político que vivía fuera de estas desgraciadas tiranías, era víctima a la vez de poderes absolutos, estaba sumido en profundo marasmo el espíritu vivifica.
dor del bien ajeno; la emulación por una organización pública basada en la justicia, en el derecho, no podía existir.
La tiranía en la América Latina es en cambio un contrasentido, un anacronismo, una inconcebible reacción histórica.
El tirano se pronuncia en primer término como usurpador. El deseo de maudo, de prolongación en el poder, lo lanza a la violencia; luego el crimen sobreviene; sigue el miedo. Dejar el poder constituye un peligro mortal, pues las infamias 48 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.