las acusaciones gratuitas han sido siempre constantes en el cinismo y en la impotencia.
Todos los hombres útiles a su país están condenados a la prueba de la hiel y del vinagre. Sin embargo, sólo la medianía y la pequeñez de alma se dejan arrastrar a la represión. La experiencia constante está demostrando la ineficacia de la maledicencia contra los hombres de bien.
El Calumniad! Calumniad! tiene aún sus adeptos; pero su desprestigio es cada día mayor. La constante enseñanza del siglo confirma invariablemente la cordura de ese político dela revolución francesa que, en un discurso sobre la difamación de los empleados públicos, decía a los calumniados. Dejadlos escribir contra vosotros lo que quieran.
Tarde o temprano, vuestra victoria se erguirá sobre la calumnia. En cuanto a lo que a las personas concierne, la libertad de la prensa favorece a los hombres de bien, y es peligrosa sólo para los malvados. Tú, Aretino, no mereces que la libertad de la prensa se mutile por tu culpa, ni se apele a la justicia para atarte las manos. Crees manchar el nombre de tus víctimas y no haces en suma sino robar el dinero de los que te pagan. Para castigar tus crímenes, la policia, más que legión, es ejército; se llama multitud, se apellida publicidad.
El fondo de tu conciencia, corroído por secreto vicio, no escapa a su penetración, como no escapan a la de la radiografía los cuerpos opacos. Cuando tú te crees bien oculto para maquinar tus golpes y saquear y asesinar la honra ajena; cuando cines la aureola del talento y las vestiduras de la elo.
cuencia para vender los productos de tu infamia, ya estás preso, desenmascarado, exhibido, reconocido, a pesar de tu disfraz, por tus posturas de 45 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.