vida del ARETINO, a quien podría apedillarse, en la acepción griega de la palabra, Diabolos, el calumniador por antonomasia. El nombre de este reitre del talento da la medida del descenso moral de la Italia del Renacimiento, y nos enseña las monstruosas proporciones asumidas por la soberanía del mal en las épocas en que un salteador literario podía hacer pesar sobre la sociedad aterrada, el monopolio de la pluma.
La suerte, en la inverosimilitud de sus sorpresas, no podría engendrar un prodigio comparable a la carrera de este personaje.
Hijo de cortesano, criminal y fugitivo antes de los trece años, se concierta como criado de un mercader, sirve a un Cardenal, explota su servidumbre en casa del futuro Clemente VII, viste la cogulla del capuchino en Rávena, y seducido luego por la atracción de la corte de hombres de letras, histriones y aventureros que rodea a León X, cuelga los hábitos, corre a Roma y reviste la librea del Vaticano. En la catástrofe de la Iglesia y la de Italia se exhibe tal cual es. El saqueo de Roma, el cautiverio del Papa, la agonía de la cristiandad de Occidente, la profanación de la Ciudad Eterna regocijan el alma de nuestro bandido. Las calamidades de la patria no son para él sino pretextos para satisfacer su hambre de insulto y de chantage. Después, habiendo recorrido ya todos los grados de la mendicidad y el liberti.
naje, va a Venecia, donde se habla y escribe con libertad, y radica allí el refugio de la bajeza de sus inclinaciones y de las victorias de su cinismo, Desde allí, mendiga, este sicario del libelo, los favores del mundo, y tiende su escudilla a la Italia entera, a los cristianos, a los infieles, al Gran Turco, a Clemente VII, a Pablo III, a 41 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.