S S.
la tiranía y la cadena que unce a los oprimidos al carro del opresor. lo mismo es fácil demostrarlo del miedo del opresor.
Conoce éste el sinnúmero de abusos de su manera informe de gobernar, los vicios, los principios corrosivos que encierra, las injusticias, las rapiñas, las arbitrariedades, el cúmulo inmenso de los males de la tiranía, menos el mal que él mismo encarna. Conoce el exceso de los tributos y no los rebaja; sabe que los administradores de la justicia prevarican y la venden; que los más corrompidos ocupan los puestos públicos y gozan de todos sus gajes y honores, y nada remedia. Por qué? Porque el fruto de sus exacciones va a alimentar sus concupiscencias, el ejército que lo custodia y el hambriento enjambre de espías y aduladores necesarios al miedo insuperable que padece. Porque si los magistrados fueran justos, probos, incorruptibles, carecería del solo inicuo medio de dar a sus venganzas privadas el color y la apariencia de la justicia. Porque, a pesar suyo, sin advertirlo quizá, él se considera como el primero y el mayor de los males del Estado, y una vislumbre de razón le dice que, a la menor idea de justicia que conmueva la conciencia popular, él será el primer ajusticiado. Como que no hay hombre alguno, por muy perverso que se le suponga, que, en una sociedad cualquiera, pueda dañar tan frecuente, tan grave y tan impunemente, a tantos individuos a la vez, como lo puede el tirano. Sus sospechas se exacerban con la reflexión; Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.