ciones con los padecimientos populares, en su solidaridad con las reivindicaciones del derecho, en su inconciliable coexistencia con la ignorancia y la concupiscencia.
Ocho días de exageración y falsedad bastarían para inutilizar la pluma del más famoso libelista.
Nadie ha servido, comprendido y encarnado mejor en sí este instrumento de educación nacional, que el célebre periodista francés cuyas palabras se repiten tan frecuentemente: El periodismo es un sacerdocio. Si este concepto apología de la prensa aleja el término de la perfección del oficio a inconmensurable distancia, es porque se dirige, con el entusiasmo del ideal, a la vocación de los elegidos. el ideal es tanto más pujante cuanto más lejos se mire, cuanto más alto se coloque y más ardua sea su realización. De allí debe surgir el rayo de luz que venga a sanear el ambiente de nuestra labor. Sea cual fuere la altura a que nos hallemos sobre el nivel de la vida práctica y sus exigencias secundarias, debemos tener la vista siempre fija en ese punto de orientación nuestro idealy considerar la prensa como una escuela, como un magisterio, como el cultivo diario del espíritu público, impartiEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.