APUNTES 337 la salud! El ejemplo viene de arriba: los grandes se muestran, en semejante materia, más crédulos que el mismo pueblo. No se ha visto a un profesor de Facultad, Velpeau, ilustre cirujano de la Caridad, abrir sus puertas a un negro que se decía especialista en cánceres y cuya ignorancia y mala fe habían sido ya desenmascaradas en el Hospital de cancerosos de Londres?
Ved a este empirico en escena, tal como lo pinta una crónica de aquel tiempo: Es un mulato grande y de fuertes músculos; viste de negro y luce una corbata de blancura inmaculada. Mira apenas a sus enfermos, y si palpa un tumor canceroso, es casi maquinalmente y con semblante distraído. Se hace el meditabundo y sus preguntas son invariablemente las mismas. Us.
ted sed. Usted ir excusado. Apetito. Distribuye píldo.
ras, toca los cánceres ulcerados con un polvo cáustico; y cuando se le objeta un descalabro, se enoja: No he dicho curado; aún dos meses tomar pildoras. Es sin embargo hacia ese famoso doctor negro donde afluyó durante meses la triste multitud, siempre engañada, siempre confiante, de los cancerosos inoperables.
Pero este es el empirismo charlatanesco, el mal empirismo, el que nunca ha prestado servicios a nuestro arte, el que explota la imaginación confiante de la multitud, su falta de sentido crítico, el conta.
gio de la moda, el gusto o la necesidad de lo maravilloso. Sucedió a Sabatier, cuyo tratado de medici