A PUNTES 327 Llegaron a Ipiales los ecuatorianos, se hospedaron en el mejor hotel de la ciudad y, después de descansar un rato, se dirigieron, en animado desfile, a la gallera. la cabeza de ese desfile iba el intendente don Víctor Hugo Narváez, y pasaron por un café, a cuya puerta se hallaba, con un amigo, el inteligente caballero don José Antonio Cerón, persona que goza fama de ser muy inge.
niosa y aguda.
El señor Cerón no conocía a don Victor Hugo, aunque sí sabía que había llegado con sus compatriotas para asistir a las riñas de gallos, y cuando vio aquel regocijado desfile, le preguntó a su compañero. Cuál de esos señores es don Víctor Hugo. El que va adelante le respondió el amigo. Ah. Entonces los que van detrás deben de ser Los Miserables.
Salía el general José María Córdoba de Medellin para Rionegro de Antioquia, a ponerse al frente de sus tropas leales y a organizar la campaña que terminó con el martirio del Santuario; esa campaña nefasta en que el héroe murió felonanente asesinado, muerte de la cual podría decirse, como de la del conde de Villamedina. El matador fué Bellido y el impulso soberano.
Salía Córdoba, repito, y detuvo su caballo un momento al pie de la casa en donde habitaba su hermana doña Mercedes.
Desde abajo grito. Mercedes, adiós!