APUNTES 289 respiró con fuerza y sintiendo el aire bueno para el alma e impregnado de olores artísticos, se lanzó con las dos alas y por toda la velada, Nos enardecimos todos, dos pintores, un arquitecto, un músico alumno de Gounod, y nos tiramos de los cabellos a propósito de lo bello, de la forma, del color, de los realistas, etc.
Mme. Gounod decía modestamente alguna palabra que respiraba siempre una admiración conmovedora hacia su marido. Música, lo es con toda seguridad. Oyéndola, me decía yo: Vamos, comprendo a Gounod; su esposa no vive más que para la música y para él, que puede esti marse muy feliz!
La velada se pasó de un modo delicioso.
Como final, Gounod se sentó al piano. Canta perfectamente y con extrema originalidad. Des pués de un magnífico trozo de Beethoven, cantó el aria del gran sacerdote del Misterio de Isis; luego un trozo de Lully que nos hizo admirar a Lully: el canto de Caronte: Hay que pasar tarde o temprano, hay que pasar en mi barca.
Este tarde o temprano hace el efecto de una guillotina, es el infierno con todos sus horrores, y una sencillez y una grandeza. Gounod tiene razón para ver en Lully al padre de Gluck,