222 APUNTES que el presente, cada vez con más escepticismo e ironia, para poner así a prueba el juego de su pen.
samiento soberano y divertido. Con el correr de los años, sus figuras fisicas también se habian desarrollado en sentido dispares. Shaw, el octogenario increiblemente lozano que en las comidas sólo probaba nueces y frutas, alto, enjuto, incesantemente en tensión, siempre con una risa aguda en las comisuras de los labios, pronto a la locuacidad y más enamorado que nunca de la pirotécnica de sus paradojas; Wells, el septuagenario apegado a la vida, más ansioso de gozar, mas a gusto que en cualquier momento anterior, de estatura baja, mejillas encarnadas e inexorablemente serio en el fondo de su alegria ocasional. Shaw, brillante en su agresividad, pronto y ágil en el cambio de punto de ataque; el otro, con una defensa tácticamente sólida, inconmovible como siempre lo es el hombre creyente y convencido. Inmediatamente tuve la impresión de que Wells no había acudido a una simple conversasación amistosa de sobremesa, sino que venia a una especie de explicación de principios. precisamente por ignorar las causas remotas de aquel conflicto de ideas, percibl con más fuerza la inminencia del cho que en una atmósfera cargada de electricidad. En cada ademán, en cada mirada, en cada palabra de cualquiera de los dos, vibraba un afán de pendencia, que a menudo parecia jovial, sin que, evidentemente, dejara de ser bastante serio. Daban la impresión de dos esgrimistas que antes de atacarse en forma resuelta fintas. Shaw posefa jo cejas pobla cada vez que daba placer que le cause de palabras que en habla perfeccionado igual, se superaba tinencia. Su tupida de risa apagada y beza parecia seguir averiguar si habla sus carrillos colorad era más mordaz y obraba con descom teretas tan hiperból lidad, estocadas dir iban y venían tan manteniéndose en jocoso, que el espe el juego de floretes golpes. Pero detrás tantemente manten advertía una especi la manera inglesa, dialécticas más urb traordinarlamente juego con algo seri