206 APUNTES no, habia caido muerto o si sólo habla desaparecluo o se hallaba prisionero, y no sabian tampoco a quién preguntar, pues no podian esperar una información de parte del enemigo. Entonces la Cruz Roja se encargó de la misión de liberar a los hombres, en medio del espanto y de la crueldad, siquiera de una parte del sufrimiento, la más atroz: la martirizante incertidumbre acerca del destino de los seres queridos, dirigiendo la correspondencia de los prisioneros desde los países enemigos a las respectivas patrias. La organización, preparada desde hacla décadas, no estaba, por cierto, dispuesta para afrontar tales dimensiones y semejantes cantidades, que alcanzaban fácilmente a millones. Dia a dia, de hora en hora, hubo que aumentar el número de auxliares voluntarios, pues cada hora de espera a.
tormentada significaba para los parientes una eternidad. fines de diciembre de 1914 eran ya treinta mil las cartas a las que cada dia daba curso; y al final, en el estrecho Museo Rath de Ginebra, se apretujaban mil doscientas personas para dar abasto a la labor abrumadora y poder contestar toda la correspondencia diaria. en medio de ellas, en vez de dedicarse egoistamente a su propia obra, trabajaba el más humano de los escritores: Romain Rolland.
Pero no habia olvidado tampoco su deber particu lar, el deber del artista de manifestar su convenci.
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