APUNTES APUNTES 179 Los cuando trata de hacerlo, y puede juez experimentado debería permise toda la historia y que no le dé que merecen a las declaraciones testigo basándose en la autoridad. La respuesta es que nuestras prue. e han instituido con miras al juicio que el jurado es a menudo un cuere personas muy discretas, pero no familiarizado con el derecho o con mayor parte de los jueces dirán que junto nuestras pruebas testificales se en a su finalidad y raramente rechaverdad. Además, cuando el juez ado (como ocurre en los casos civiles Cuerra) suele acordarse que el procee algo.
consolarle al testigo pensar, y no se en cualquier choque entre el y el mpatia del jurado, si hay jurado y el fácil que esté con el testigo que con todos nos gusta ver a un aficionado an profesional, y ver mordido al que 18 sabia esto muy bien. Cuando Mr.
on un chiste que aquel terrible aboBuzfuz quedara en ridiculo, nos hace úblico se rio y que hasta el pequeño Pero seria una locura que cualquier testigo tratase de copiar a Samuel Weller. Probablemente encon trará, si es hombre cortés, y no demasiado desafor.
tunado o vulnerable, que la prueba testifical toma el carácter de un intercambio de finezas. no es necesario añadir (porque a quien se le ocurrirla tal cosa. que no seria respetuoso ni político hacer intencio nalmente chistes a costa del juez. digo intencionalmente a propósito. Hace años se presentó en la Audiencia de Bristol un testigo galés a quien se le escapó decir de un cabailero cuya conducta se examinaba en el juicio, que estaba tan borracho como un juez. a lo que el juez preguntó amablemente Tequiere usted decir, verdad, tan borracho como un lord? SI, milord. replicó el testigo con tanto regocijo del juez como de los espectadores. Deberíamos, quizá añadir que el juez estaba seguro de que nadie podia sospechar en él la más minima infracción de la estricta sobriedad que corresponde guardar a un juez.
El testigo prudente tratará en absoluto de no ser gracioso. Los niños prestan declaración con mucha sobriedad, y mi experiencia es que no hay mejor testigo que un niño inteligente y sincero. Cierto es que no hay testigo a quien sea más difícil hacer preguntas. Recuerdo a un pequeño londinense que un domingo por la mañana estaba jugando con sus juguetes, mientras su padre estaba en la cama y su madre preparando el desayuno. Oyó el niño un golpe en la calle, dijo, y salió a ver lo que ocurria, y