178 APUNTES dad le detenemos cuando trata de hacerlo, y puede arguir que a un juez experimentado deberia, permi.
tirsele que oyese toda la historia y que no le dé más valor de lo que merecen a las declaraciones hechas por un testigo basándose en la autoridad de otra persona. La respuesta es que nuestras prue.
bas testificales se han instituido con miras al juicio por jurados, y que el jurada es a menudo un cuerpo compuesto de personas muy discretas, pero no es un cuerpo familiarizado con el derecho o con la lógica.
Creo que la mayor parte de los jueces dirán que tomadas en conjunto nuestras pruebas testificales se adaptan muy bien a su finalidad y raramente rechazan la luz de la verdad. Además, cuando el juez actúa sin el jurado (como ocurre en los casos civiles en tiempo de guerra) suele acordarse que el proce.
dimiento cambie algo.
Quizá pueda consolarle al testigo pensar, y no se equivocará, que en cualquier choque entre él y el abogado, la simpatia del jurado, si hay jurado, y el público, es más fácil que esté con el testigo que con el abogado. todos nos gusta ver a un aficionado enfrentarse a un profesional, y ver mordido al que muerde. Dickens sadia esto muy bien. Cuando Mr.
Weller logró con un chiste que aquel terrible abo.
gado Serjeant Buzfuz quedara en ridiculo, nos hace saber que el público se rlo y que hasta el pequeño juez se sonrio.
Pero seria una loc de coplar a Samuel trará, si es hombre tunado o vulnerable, caracter de un interc sario añadir (porque que no seria respetu nalmente chistes a co nalmente a propósito Audiencia de Bristol escapó decir de un ca minaba en el juicio, a un juez. a lo que e qulere usted decir, lord? Si, milord. gocijo del juez comod quiza ahadir, que el podia sospechar en la estricta sobriedad un juez.
El testigo prudente gracioso. Los niños sobriedad, y mi expe testigo que un niño in que no hay testigo preguntas. Recuerdo un domingo por la ma juguetes, mientras su madre preparando el pe en la calle, dijo, y