APUNTES APUNTES 159 is semanas de guerra de 1914, se ible sostener con alguien una con le. Los nas pacificos, los más como embriagados por la atmós.
ciertos amigos que siempre había dividualistas decididos y aun como ctuales, se habian transformado de Alana en patriotas fanáticos, y de exionistas insaciables. Cualquier ninaba con frases estúpidas, como: odiar, tampoco sabe amar verda sospechas groseras. Camaradas hacia años no había tenido una aron de un modo zafio, diciendo siendo austriaco y sugiriéndome a Francia o a Bélgica. Más a un: samente la necesidad de denunciar mi modo de pensar, parejo al de je esa guerra era un crimen, pues el bello término acababa de in ia. eran los mayores culpables amigos viejos, y no era el momento de buscar otros nuevos. Sólo con Rainer Maria Rilke mantenía alguna vez una conversación de comprensión intima. No puedo dejar de sonreir involuntariamente el recordarlo vestido de uniforme. Cierto dia alguien golpeó a mi puerta. Se presentó un soldado bastante timido.
Quedé sorprendido, Rilke, Rainer Maria Rilke en uniforme de soldado! Ofrecia un aspecto enternece.
doramente desmanado, el cuello de la casaca demaslado ancho, y él, confundido por la idea de tener que saludar a cada oficial, juntando los talones con un golpe. como en virtud de su coerción mágica en el sentido de la perfección queria cumplir ejemplarmente aun esos formullsmos nimios del regla.
mento, se encontraba en un estado de sobresalto permanente Odio este disfraz. me dijo con su voz bajadesde los tiempos del Colegio Militar. Crei haberme librado de él para siempre. ahora tengo que vestirlo otra vez, a mis casi cuarenta años!
Por fortuna habia manos caritativas dispuestas a protegerle, y gracias a una revisión médica clemente, fue dispensado del servicio. Volvió una vez más a mi despacho para despedirse ahora ya nuevamente vestido de particular casi diria que entró como un soplo (pues siempre caminaba de un modo in.
descriptiblemente silencioso. Queria darme, además.
las gracias porque, valiéndome de la intervepcionit. de Rolland, habia salvado su biblioteca conjfscada en París. Por primera vez no tenia ya aspecto juveIBLIOTECA NACIONAL stancias quedaba un solo recurso: nismo y callar mientras los demás ban veneno. No fue cosa fácil. en el destierro. Ilegué a cono.
tante es tan amargo vivir como rie. En Viena habla perdido a los