APUNTES 143 el laissez faire ricardiano, el lieron al ataque mancomunado hordaz que escribió al principio odkin se expresa así con reswhig de las subvenciones sencillo. El gobierno debe ítica de protección, y subejoras. No debe inmiscuirse la industria, los vapores, los telégrafos. No puede ingerirse in crear corrupción. No nos los cuentos maravillosos que cerca de lo que puede hacerse stria por medio de todos estos ales y barcos y ferrocarriles.
ventajas materiáles fueran dos oras, el Estado no podría emras sin perjudicarse, porque ni to gobierno del mundo puede tud necesaria para ejecutarlas.
no es cuestión de especulasabemos por experiencia que por los hechos. Bastante tiene obierno si se dedica a la con Een y la administración de la Hia quizá pueda hacer mucho es que ocurra un gran cambio cial del pais. Bien sabe Dios APUNTES cuan lejos hemos ido en el camino de la pro tección y la promoción y cuán a menudo hemos caldo en el abismo. Por cada cicn dóla.
res asignados mediante los votos de esos hombres pobres a quienes pagamos jornales mezquinos para que ayuden a promulgar leyes en Wash ington, minoramos perceptiblemente el honor individual, el amor propio, el espíritu público, la fidelidad a los ideales nobles. cosas éstas en que, más que en cualesquiera triunfos materiales de la industria, debemos cifrar nuestras esperanzas de una grandeza nacional continua y perdurable. Que ya estamos ganando suficiente dinero, la consciencia nos lo dice; lo que hay que promover ahora es la honradez.
Las pasiones que surgieron en la campaña electoral de 1896 desconcertaron a Godkin y lo hicieron perder el rumbo. Sin embargo, pronto se convenció de que el verdadero punto en dis puta era la integridad moral de la nación. Al estudiar los programas y los jefes de los partidos, poco recomendable hallo en ninguno de ellos. McKinley le inspiraba el desprecio que todo intelectual siente por los predicadores de perogrulladas tediosas, y en un editorial de dos columnas lo desollo con la habilidad de antaño.
En cuanto a Bryan, cel orador muchacho del Platte, Godkin le tenia una aversión tal, que al expresarla se olvidó aun de la decencia; y agotó el caudal de sus insultos al manifestar su