APUNTES 449 han permitido vagar, libre de escolta, por los astille ros. Me he deslizado en bodegas y salas de máqui.
nas, tan tiznado, a veces, que podía pasar por un obrero más. En todas partes he visto obreros que holgazaneaban. He hablado con ellos; les he acompañado en autobuses, trenes y barcos; he visitado sus hogares; y he tenido siempre la misma pregunta en los labios. Porqué no trabajan?
La respuesta casi nunca ha variado. Parece que los sindicatos limitan por medio de disposiciones arbitrarias el rendimiento del obrero. Por otro lado, la práctica de crear trabajos innecesarios para acrecentar el número de colocaciones va en aumento. los obreros que trabajan demasiado, los amenazan con multas, y hasta con la pérdida del carnet de miembros del sindicato (que equivale a la pérdida del empleo) si no aminoran su rendimiento.
La consecuencia de estas trabas es que los astilleros tienen que recargar sus nóminas con muchos más empleados de los necesarios. Los delegados de los sindicatos son los únicos que pueden imponer una disciplina efectiva, pero hacen la vista gorda ante la holganza, y no faltan algunos que la estimulan; piensan, sin duda, que cuantos más hombres exija la construcción de un barco, más cuotas ingresarán en las cajas sindicales.
Mientras duró mi investigación, cuidé de escri.
bir noche tras noche cuanto había visto y oido en