432 APUNTES menos de reconocer que el credo nacional ha dado resultados enteramente inesperados y no siempre felices. Impelidos por el deseo de esta.
blecer la equidad para los muchos y la justicia entre los hombres, nuestros antepasados esperaban una república más pura, donde a nadie se opri.
miese. Apenas si preveían que el efecto de sus doctrinas sería una nueva actitud con respecto al juicio y los sentimientos de los hombres, ni ima.
ginaron en lo futuro nada tan desastroso como la idea hoy predominante de que la opinión de un hombre vale tanto como la de cualquiera otro, con el peligro, inherente a esta creencia, de que desaparezca toda pauta.
Es evidente que de la lucha por la libertad y la igualdad ha nacido nuestro anhelo gregario de que a todos se nos ponga en un mismo redil estético e intelectual. El deseo que se ve en todo el país de uniformar las ideas y el juicio parece indicar que algunos artículos de nuestra fe na.
cional han anulado otros, y que, por mucho que hayamos avanzado en el camino de la igualdad, estamos aún muy lejos de la libertad. En la vida ordinaria, en la escuela, en el colegio, somos esclavos del temor de ser diferentes de los de.
más, y no surge un Clarkson ni un Wilberforce que rompa los grillos del espíritu, como se rom.
pieron los del cuerpo. Por doquiera nos conmueve una misma oratoria vulgar; la belleza norma.
lizada de las cubiertas de nuestras revistas se