Football

426 APUNTÉS libros; a los dieciocho, no sabia todavía nadar ni ju.
gar al tennis, y aun hoy, no sé gobernar una bicicleta ni conducir un automóvil, y en materia deportiva cualquier niño de diez años puede hacerme pasar vergüenza. Hasta el día de hoy, en 1941, me resulta sumamente confusa la diferencia entre beisbol y fútbol, entre hockey y polo, y la página deportiva de un diario, con sus abreviaciones inexplicables, se me antoja escrita en chino. Frente a todos los records de velocidad o resistencia me he mantenido inconmovible en el punto de vista del sha de Persia, quien, al ser inducido a concurrir a un derby, excla.
mó, con sabiduría oriental. Para qué? Ya sé que un caballo puede co.
rrer más velozmente que otro. poco me importa cuál sea.
Tan despreciable como el entrenamiento de nuestro cuerpo, nos parecía perder el tiempo en el juego; sólo el ajedrez hallaba un poco de merced a nuestros ojos porque requería un esfuerzo mental; y. cosa más absurda aún. a pesar de que nos sentiamos poetas en ciernes 0, de todas maneras, potenciales, nos preocupábamos poco por la naturaleza. Durante los primeros veinte años de mi vida apenas vi nada de los maravillosos alrededores de Viena. Los días estivales de más calor, y los más hermosos, cuando la ciudad quedaba abandonada, tenían para nosotros un atractivo particular, porque