424 APUNTES Tamaña monomanía del fanatismo artístico, una sobreestimación de lo estético llevada en tal forma hasta lo absurdo, desde luego sólo podía realizarse a costa de los intereses normales propios de nuestra edad. Si hoy me pregunto cuándo hallábamos el tiempo necesario para leer todos esos libros, abrumados como estábamos por jornadas de clases y lecciones privadas, comprendo que en buena parte fue en detrimento de nuestro sueño y por ende, de nues.
tro vigor físico. Nunca sucedió que de noche dejara mis lecturas antes de la una o las dos, aun cuando tenía que levantarme a las siete de la mañana un vicio, por lo demás, que adquiri para siempre, ese de leer una hora o dos por más que la noche estuviera muy adelantada. No recuerdo haber ido al colegio sino corriendo, con los minutos contados, medio dormido e insuficientemente lavado, comiendo el pan con manteca por el camino. No tenía, pues, nada de ex.
traño que, con toda nuestra inteligencia cultivada, tuviésemos el aspecto magro y verde de la fruta en agraz, y encima la indumentaria en un completo descuido. Porque empleábamos hasta el último resto del dinero que se nos daba, para asistir al teatro y a los conciertos o para adquirir libros, y por otra parte, no nos preocupaba mucho ni poco que agradásemos o no a las niñas, puesto que pensábamos en causar impresión a instancias muy superiores. Pasearnos con muchachas nos habría parecido una forma de perder