418 APUNTES ningún modo sembrado de rosas. Cinco años de es.
cuela primaria y ocho años de gimnasio había que pasarlos sentado en un banco de madera, cada día, de cinco a ocho horas, y en el tiempo libre, había que dar cuenta de los deberes y de lo que, además, exigía la instrucción general. aparte de la enseñanza impartida en el colegio: francés, inglés, italiano, las lenguas vivas. a más del clásico griego y latín; es decir, cinco idiomas como agregados a la geometria, la fisica y las demás materias escolares. Eso era más que un exceso y no dejaba casi espacio para el des.
arrollo físico, los deportes y paseos, y menos aún para la alegría y la diversión. Recuerdo vagamente que a los siete años debíamos aprender de memoria y cantar en coro no sé qué canción de la infancia alegre y aventurada. Aún me suena en el oído la melodía de esa cancioncita sencilla e ingenua, pero ya en aquel entonces su texto pugnó con dificultad para pasar por mis labios y menos aún se infiltró como convicción en mi alma. Porque, si he de ser sincero, todos mis años de colegio no fueron sino un constante fastidio, un aburrimiento que aumentaba año tras año la impaciencia por librarme de esa tarea fatigosa. Según recuerdo, nunca he estado ni alegre ni he sido bienaventurado dentro de aquella actividad escolar monótona, desalmada e insipida que nos amargó de una manera consciente la época más hermosa y más libre de nuestra existencia, e