APUNTES 383 los casos evidentemente sin esperanza. imprévu est toujours possible. decía. Charcot fue el médico más célebre de su época.
Como es destino de todo especialista de los nervios, le rodeaba un tropel de señoras neuróticas, idolatras a todo trance. Por suerte suya, era del todo indiferente con las mujeres. Su único reposo, en me.
dio del incesante trabajo, era la música. nadie le era permitido decir una palabra de Medicina durante sus veladas musicales de los jueves, Beetoven era su favorito. Quería mucho a los animales. Todas las mañanas, cuando bajaba del landó en el patio interior de la Salpêtrière, sacaba del bolsillo un pedazo de pan para sus dos viejos rocines. Cortaba toda conversación sobre deporte o sobre muerte de animales: creo que su antipatía hacia los ingleses provenía de su odio por la caza del zorro.
12 Tuve ya, a la sazón, grandes dudas sobre la exactitud de las teorías de Charcot, que eran aceptadas sin oposición por sus discípulos, a ojos cerrados, y por el público, lo cuál sólo puede explicarse como una especie de sugestión colectiva. Había vuelto de mi última visita a la clinica del profesor Berheim en Nancy, oscuro, pero resuelto niantenedor de la llamada escue.
la de Nancy, en oposición a las enseñanzas de Charcot. Hablar en aquellos días de la Escuela de Nancy en la Salpêtriére, considerábase casi como un de.