APUNTES 381 Sí respondió con voz ronca. Peor que esto no puede ser. No eres muy meticuloso en la elección de tus amistades refunfuñó Norstrom, mirando con horror a las dos meretrices. Las he tenido peores. Además, soy su médi.
co. Ambas tienen sífilis, y el ajenjo hará el resto; acabarán en San Lázaro, si no en el arroyo. Al fin y al cabo, no pretenden ser lo que no son; y no debe olvidarse que eso han de agradecérselo a un hoinbre, y que otro hombre espera en la esquina de la calle de enfrente que le entreguen el dinero que nosotros les damos. No son tan despreciables como crees estas prostitutas; siguen siendo mujeres hasta el fin, con todos sus defectos, pero también con alguna buena cualidad que sobrevive a su degradación. Aunque parezca extraño, son capaces de enamorarse, en el más elevado sentido de la palabra, y no puedes imaginar cosa más patética. Hubo una prostituta enamorada de mi y se volvió tímida como una niña; hasta podía ruborizarse bajo el abundante afeite. Es muy probable que mis dos colegas conocieran su patologia bastante mejor que yo, pero yo sa.
bía algo que, indudablemente, ignoraban ellos: que no hay ninguna droga tan poderosa como la esperan.
za, y que la más mínima huella de pesimismo en el rostro o en las palabras de un doctor puede costar la vida al enfermo.