APUNTES 271 dedicado a la abogacía, resultando naturalmente sumos; pero, en general, un hombre de mente escogida, no coartado por contingencias particulares, y dotado de un carácter a la altura de su ingenio, de mala gana escogerá la abogacía como fin supremo y arena de su vida y de sus fatigas.
Un abogado francés, Paillet, a quien se preguntaba qué dotes precisa reunir para lograr un alto grado de perfección en el ejercicio de la abogacía, respondió. Dad a un hombre todos los dones del espíritu, dadle todos los del carácter, haced que haya visto todo, aprendido todo y re.
tenido todo, que haya trabajado sin descanso treinta años de su vida, que sea a la vez un li.
terato, un crítico, un moralista, que tenga la experiencia de un viejo, el ardor de un joven, la memoria infalible de un niño. y quizá con todo eso formaréis un abogado cumplido. Lo cierto es que quien tenga una mente superior huirá de lanzarse en una carrera que exige tántos retorcimientos del espíritu y demasiadas adaptaciones de las propias convicciones y de la propia cultura.
Más delicado y arduo es resolver el nudo de las relaciones entre la abogacía y la moral.
Homer Greene ha dado por título a un artículo suyo inserto en North American Review, la siguiente pregunta. Puede un abogado ser honrado?