APUNTES 265 La abogacía De Adolfo Zerboglio En nuestra sociedad no puede decirse terminantemente que el dedicarse a una profesión dependa del tener disposiciones o capacidad marcada para dicha profesión. Diferentes circunstancias, particularmente de índole económica, llevan a muchos, no hacia lo que les gustaría o correspondería mejor a sus aptitudes, sino hacia lo que parece más productivo. Tradiciones de familia, autoridades de superiores o de parientes, sucesos accidentales, empujan a tántos en una vía cualquiera, independientemente de toda inclinación o elección voluntaria! No obstante, las condiciones individuales entran por algo al escoger una ocupación o un oficio. Hay cualidades indispensables, o al menos favorables, que impiden el dedicarse indiferentemente a la medicina o a las matemáticas, a la herrería o a la car.
pintería, a trabajos de inteligencia o de mano, de atención, de concepto, de fuerza, de agilidad, etc.
Por esto, la profesión constituye, si no un síntoma absoluto, un síntoma relativo de lo que úno es y vale moral y físicamente. Las profesiones más elevadas socialmente, como la abogacía, siendo un poco menos dominadas por el despotismo de la necesidad y exigiendo su ad