262 APUNTES concurrida, se acordó suplicar al Presidente, por las razones que se expusieron, que desistiera de su idea. En la del 15, con escasa concurrencia, como era natural, no se trató sino de protestar y conferir poder al señor Montero y al Lic. don José Vargas para la defensa de los derechos de la Universidad.
Estando para consumarse el plan contra la Universidad, procedí a preparar la Biblioteca pa.
ra la triste entrega: cual si amortajara el cadáver de una persona querida, después del aseo del establecimiento en general y de los libros en es.
pecial, puse en los armarios sustancias que hicieran alejarse a los animales nocivos. El día 21 de agosto la entregué al jefe accidental de la Universidad, Lic. Montero, y con profundo do.
lor, abandoné el edificio aquél donde había estado el hogar de mi inteligencia, no menos amado que el de mis padres, y del cual expulsaron luégo a los profesores y estudiantes así como los libros de la Biblioteca, para siempre.
Al día siguiente se publicó en La Gaceta el decreto de muerte.
Supe que el Lic. Montero había guardado en su casa el archivo universitario para evitar que fuera destruido, como lo fue el del Instituto Nacional. Años después, muerto en el ostracismo aquel noble patriota, con anuencia de su familia recogí lo que de ese archivo conservaba, y, en