256 APUNTES quilamente a los que no tomamos parte en la expedición a Nicaragua y su frontera con Honduras, cuyo gobierno se había doblegado al de Guatemala.
Por casualidad no recibió daño la Biblioteca, cuando ni los retratos de cuerpo entero que estaban en el salón de actos de la Universidad se libraron de los ultrajes de la soidadesca. en mayo, terminada la guerra, abrió de nuevo sus puertas la Biblioteca.
El 29 de enero de 1887 me llamaron a reemplazar al señor Obregón por seis meses en el puesto de Bibliotecario, y la recibí de él a los dos días. El propio día 31 logré que entrara a la Biblioteca el Rector, doctor don Carlos Durán, le expuse las necesidades más urgentes que en ella notaba. En cuanto a muebles, desde luego me facultó el Rector para que de los destinados al extinguido Instituto Universitario (fundado y sostenido por la Universidad. tomara los que pudieran utilizarse en la Biblioteca. Entre ellos había buenos pupitres de hierro y madera importados de los Estados Unidos por cuenta de la Universidad.
El primer trabajo extraordinario a que me dediqué inmediatamente fue el de clasificar las obras por materias, darles una colocación mejor, a la vez que inventariarlas, para luégo completar el catálogo existente. De paso examinaba los índices de las obras que no conocía, para tener