244 APUNTES En cuanto a la ciencia, nunca fue de su gusto. La detesto confesaba en su edad avanzada. la detesto como el salvaje detesta la escritura, pues temo que de un modo u otro me cause mal. Muchas otras cosas le infundían temor en esos tiempos, y muy característico de él era decir. Continúo cerrando resueltamente los ojos en ciertas direcciones especulativas. Naturalmente, no le gustó el trastorno teológico causado por los adelantos científicos. El racionalismo de Leslie Stephens lo intranquilizaba, y después de leer el English Thought in the Eighteenth Century (Las ideas inglesas en el siglo dieciocho) de ese escritor, decía. Mi estado de áni.
mo es muy semejante al de los bretones que se levantaron contra el gobierno revolucionario y escribieron en sus banderas: Volvednos nuestro Dios. Tampoco le gustaba el desasosiego económico que la revolución industrial estaba causando en Cambridge y el resto del país, y recordaba con pesar los tiempos tranquilos de antaño. antes que la chusma irlandesa hubiera anonadado nuestra individualidad. Veo que la reforma no puede absorber todo mi sér, y estoy enteramente cierto de que los ojos se nos dieron para que a veces mirásemos alrededor de nosotros y no para que mirásemos siempre hacia adelante. Estoy cansado de la controversia.