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hacer? Yo nací en la aldehuela donde se derramó la primera sangre en la revolución de la in.
dependencia. Los huesos de los que rindieron la vida en esa guerra yacen bajo el monumento de Lexington, que es «sagrado para la libertad y para los derechos del hombre. Esos hombres murieron «en la santa causa de Dios y de la pa.
tria. Esta es la primera inscripción que yo leí. estos hombres eran mis allegados. Mi abuelo desenvainó la primera espada en la revolución; mis mayores hicieron el primer disparo. La sangre que allí se derramó era la misma que hoy corre por mis además, cuando yo escribo en casa en mi biblioteca, tengo a un lado la Biblia que mis antepasados usaron por cerca de cien años en sus oraciones de la mañana de la noche; al otro lado cuelga el fusil de chispa que mi abuelo usó en la vieja guerra con los franceses, que llevó en la toma de Que.
bec y que disparó con valor y entusiasmo en el combate de Lexington, y cerca de aquél cuelga otro fusil, primer trofeo de la guerra de la independencia, tomado por mi abuelo al enemigo. Con estas cosas, estos símbolos, ante mí, y con estos recuerdos en mi alma. qué podía hacer yo cuando una de mis feligresas, esclava fugitiva, perseguida por los secuestradores, venía a mi casa, sino darle asilo y defenderla a todo trance.