APUNTES 215 Me asomo al balcón. La dulce pregonera pone a mi alcance su tesoro suave y lleno de aromas: Gardenias y orquídeas, bella señora, para lucirle esta noche al que la adora. mi mano leve se hunde en la cesta fra.
gante, y tomando un ramillete de miosotis, las simbólicas flores del recuerdo, le digo con sonrisa triste: Quiero miosotis, mi niña, la flor más delicada, a ver si me recuerda el que me tiene olvidada.
Los juegos de los niños No, no le regales armas a mi niño; deja que sea dichoso, que no aprenda a jugar con lo que apena.
Déjalo que construya carreteras con carguitas de arena, que arrastra en una caja de cartón.
Déjalo, abuelo.
Nó, no le des soldados ni fusiles; son juguetes de pena y desconsuelo.
Déjalo, que con piedras y cartones, él armará su puente y sus camiones.
Déjalo que construya, que imagine, que se sienta ingeniero.