APUNTES 149 o De Arturo Graf (Hace 41 años)
En nuestro suelo, los hombres de saber, salvo raras excepciones, dejan el trabajo de divulgar la ciencia a gentes de mediana reputación o sin reputación ninguna. Crece la ciencia y la cultura baja, y baja precisamente en aquella clase social que más debería custodiar su patrimonio y tutelar su suerte.
No así en Inglaterra. Es ahí difícil que los hombres aun los que cultivan ciencias abstractas o recónditas se desentiendan totalmente de los intereses de la cultura más general y de la moral, y no son pocos los ejemplos de los que activamente se han dedicado a promover la una y la otra. Stuart Mill escribe su propia biografía, no para satisfacción de una mísera vanidad, sino porque, habiendo recibido en la juventud una instrucción muy diversa de la que suelen recibir comunmente los jóvenes, estima útil el hacer pública relación de esa educación «en un tiempo en que el problema pedagógico es estudiado y discutido por tántos y con tanto empeño. El insigne geólogo Lyell traduce las líricas de Dante.
El célebre naturalista Huxley escribe «Los sermones de un lego. razona acerca de educación liberal y de educación científica y se empeña en controversias de moral y de religión. El físico Tyndall, no menos ilustre, hace en Inglaterra y