136 APUNTES recen furtivamente en los sueños, y a menudo, libres del freno de la consciencia, se satisfacen a sus anchas. Los psicólogos suelen citar la observación de Platón, de que el hombre virtuoso se contenta con no hacer sino en sueños lo que el perverso hace en realidad. Aquí estamos ya fuera del campo de los puros ensueños. Quien experimenta dormido, una polución u otro fenómeno fisiológico de la misma índole, acompañado o no de ensueños, sabe bien que no ha dormido simplemente y que no ha incurrido en pecado.
Entre el estado de plena vigilia y el de sueño completo, existen todos los matices posibles; lo mismo que entre el sueño normal y el sueño del sonámbulo.
Recordemos también que en el estado de sueño normal, o provocado, adquieren particular evidencia los fenómenos que en otra ocasión he llamado de «reversibilidad» fisiológica. Por ejemplo: recibimos una fuerte emoción (un niño cae de un piso alto, llega una desgraciada noticia, etc. y experimentamos que dicha emoción va acompañada de un general desorden o alteración en todas nuestras funciones (movimientos del corazón, movimientos respiratorios, etc. Inversamente, si durante el sueño una causa mecánica o física cualquiera desarregla el ritmo del corazón o el respiratorio, gr. experimentamos una «pesadilla. esto es, una forma de cerebra