98 APUNTES concurso afinidad bien probada) correspondía esa función.
Promulgó un decreto llamando a un a los poetas nacionales, bajo la promesa de un premio de quinientos pesos para el triunfador.
Ver yo el anuncio y sentir un escalofrío por todo el cuerpo, fueron cosas simultáneas. Un amigo entrañable a quien debo en gran parte la orientación de mi vida, don Alfonso Jiménez Rojas, conociendo mis ideas al respecto y exagerando cariñosamente mis capacidades, me animó y casi puedo decir que me indujo a abordar la difícil tarea. Difícil por lo variado del movimiento de la música y porque había que adaptar la nueva letra a la música primitiva, que había sido bastante deformada para aplicarle las letras anteriores. Don Alfonso consiguió el texto de esa música y lo llevó a casa.
Mi compañera Estercita que tocaba el piano con maestría, comenzó a ejecutarla y lo hacía constantemente en los ratos que el trabajo me dejaba libre. Yo escuchaba profundamenie y me iba posesionando del espíritu costarricense dándole a cada pasaje un sentido armónico con ese espíritu. Por fin una noche en que estábamos reunidos en torno del piano la compañera, el amigo y yo, salió el himno casi de improviso.
Allí no más cantámos los tres y luego nos abrazámos en una emoción que aún perdura y que humedece mis ojos al trazar estas líneas. El jurado calificador lo componían los escritores