APUNTES 11 tes. Una anciana de pelo blanquísimo la miró sorpendida y replicó ¿Es usted madre? No hay cosa en que se piense más constantemente que en los propios hijos.
Pero un estudio de las respuestas de estos ancianos permite asegurar que los viejos no viven tan absortos en el recuerdo de las tempranas vidas de sus hijos, como quieren los novelistas. En realidad, la existencia o la presencia de hijos y nietos, según los resultados de la aludida investigación, no parecen ejercer influencia, en términos generales, sobre la felicidad de los ancianos.
Dos terceras partes de éstos afirmaron vigorosa y firmemente que preferían vivir solos y no bajo el mismo techo que sus hijos u otros parientes. Tan inesperado descubrimiento induce a la investigadora a decir. No parece que el anciano viva de nuevo en las vidas de sus hijos. Tiene la impresión de que en casa de sus hijos no se le necesita; de que no se le hace caso y de que estorba. Se siente lastimado, si descubre o cree descubrir que el hijo pretende mandarlo o dirigirlo. la ofensa sube de punto si se trata de algún hijo político.
Mientras que en su propia casa se siente independiente y libre para manejarla según le plazca. los viejos les gusta hacer las cosas a su modo, y a la gente joven estas costumbres suelen parecerles, anticuadas, tontas e irritantes.