APUNTES dadosamente, pero que a estas alturas desconoce completamente como funciona su hígado.
De la rectificación de este error ha venido como consecuencia un cambio de rumbo en la ciencia. El hombre, este sér olvidado, o como lo llama Carrel, ese desconocido, se ha vuelto de repente mucho más interesante que Babilonia, que todos los imperios vivos o muertos y que las remotas constelaciones. Por eso hoy el hombre de ciencia americano se halla consagrado al estudio de todo cuanto se refiere al hombre.
Uno de estos hombres es Walker Pitkin, investigador preocupado por estudiar al hombre en su vida, en su medio, sobre la tierra, en la vida social, en los negocios y ya no más como héroe de la metafísica y de la fábula. De sus estudios e investigaciones, Pitkin ha sacado la conclusión de que la vida del hombre sólo empieza a los cuarenta años. Es decir, la vida de plenitud, la orgullosa vida del espíritu, el dominio del hombre sobre su medio, sobre sus nervios, sobre su oficio. Antes de esa edad, con muy ligeras excepciones, como el caso extraordinario de algunos genios, el hombre es un adolescente perdido en un mundo que desconoce, un sér titubeante entre un laberinto de caminos.
Ya Keiserling había afirmado que la juventud es una edad intonsa. Pitkin lo demuestra. Otro de los sabios dedicados al estudio del hombre citado por Pitkin, Frederick Tilney, en un es