APUNTES 409 Cierto, hombre, que tú eres un buen ventrilocuo. Sí, y el único que lo sabe eres tú, porque para nuestras bromas y «pegaduras, he querido que nadie lo sepa. qué piensas hacer, capitancillo. Verás, esta tarde, tenientillo, cuando estemos comiendo en el Estado Mayor.
Este diálogo lo tenían dos oficiales del Libertador Bolívar el capitán Morales y el teniente Landinez en el atrio de uno de los templos de Quito, una hermosa mañana.
Ya por la conversación se sabe que el capitán Morales era ventrilocuo; habilidad que le servía para sus bromas, a veces pesadas.
Llegó la hora de la comida en el Estado Mayor.
Bolívar tomó asiento a la cabecera de la mesa y, a una cortés indicación suya, hicieron igual cosa los jefes y oficiales.
Humeaba un sustancioso gallo asado, en la fuente de plata que el Libertador tenía delante. Tomó éste el cubierto, clavó el tenedor en el costado del jugoso volátil y, de pronto. el semidiós de América» se incorporó rápidamente al oír que el ave difunta y tostada le plañía con voz quejumbrosa. General, no me despedace, que soy padre de familia y estoy sin confesión, Repuesto Bolívar de su sorpresa, como lo so.
brenatural teníalo sin cuidado, preguntó sonriendo, y lanzando una mirada circular: