APUNTES 407 Abrió el señor Escobar la cubierta, y de ella sacó una hoja seca de laurel y un pliego fino y perfumado donde estaba escrita esta décima. De aquella corona vieja que en la pared, suspendida, de mi cuarto, es de mi vida nó un triunfo, sino una queja, dorada como una abeja esta mañana cayó esa hoja mustia que yo me apresuro a regalarte: sólo laurel puede darte quien laureles cosechó. Todos aplaudieron la espinela del autor de «La Arañas, algunos la copiaron, y luego, en alegre cabalgata, fuéronse a Funza.
Andaban recorriendo la plaza de la pintoresca población, cuando se acercó al poeta Daniel Ortega que casi se había aprendido de memoria la décimauna viejecita y le pidió limosna.
Al oír la petición plañidera de la mendiga, Ortega recordó la décima de Julio Flórez y la parodió de la manera que abajo leerá el que leyere.
Es de advertir que la ingeniosa parodia de Ortega se la han adjudicado a Climaco Soto Borda más de cuatro autores, y hoy me place darle a aquel César lo que de ese César es.