402 APUNTES bien a la temperatura demasiado elevada en el momento preciso, pero nunca a la futilidad de sus experiencias ni a la imposibilidad de su proyecto. de igual modo, cuando se le habla de un fracaso del Estado, y se quiere deducir de ese fracaso la impotencia de todos sus reglamentos, el adorador de la ley explica el asunto y se desembaraza de él invocando tal olvido ligero, tal pequeño error; pero estos olvidos y estos errores se evitarán en lo sucesivo, sale de ello garante. de tal modo se acoraza contra los hechos, y en su armadura, unos tras otros, van esos hechos a estrellarse.
En resumidas cuentas, esta fe en el gobierno tiene un sentido orgánico; no puede disminuir sino por vía de eliminación natural.
Es una forma sutil del fetichismo, tan natural en el hombre en la fase actual de la evolución, como la otra, su grosero prototipo, lo fue en una fase anterior.
Desde la época en que los gobernantes pasaban por semidioses, la idea que se tiene de su poder no ha cesado de degradarse. Esta degradación continúa siempre, y es menester que termine.
Indudable es que cada hecho nuevo que nos aluinbra contribuye a ello hasta cierto punto, aunque no tantas veces como parece al pronto.
El solo hecho estable es el cambio, por muy débil que sea, que se produce en el carácter. Por