A PUNTES 377 Sí, Alemania me encanta; menos la parte científica que su espíritn ético.
Tal era la idea que se había forjado de Alemania. De aquí su dolorosa sorpresa al es tallar la guerra del 70. Los rumores que precedieron a la catástrofe, destructora de una de sus ilusiones más queridas, llegaron a él cuando se hallaba de excursión hacia Spitzberg, en compañía del Príncipe Napoleón. Renan, apóstol de la fraternidad franco alemana, se resiste a aceptar la mala nueva. Le parece absurda y en este sentido escribe a Berthelot. Mas su confirmación no se hace esperar. Renan regresa a París lleno de preocupaciones y temores. Un testigo de calidad intelectual nos describe la tribulación de su ánimo en aquellos días de duelo para el patriotismo francés. El 12 de agosto. cuenta Jorge Brandés me encontré a Renan en la calle, y estrechó mi mano entre las suyas; nunca le ví más emocionado. Me cogió del brazo y durante una hora estuvimos paseando.
Estaba desesperado. Es que se ha visto una locura semejante. me dijo. Qué retraso para el espíritu de Europa! Cien años no bastarán para reconstruir lo que esas gentes han deshecho en un solo día. Cuando me despedí de él añade Brandés Renan lloraba. Desde entonces no le he vuelto a ver.
La guerra fue un golpe brutal que le hirió en pleno corazón y pensamiento. Lo confiesa