328 APUNTES Trespalacios, su carácter era regocijado, y su arsenal de chascarrillos inagotable.
El conservatismo de Trespalacios y su catolicismo sincero no eran óbice para burlarse de lo que él llamaba las bobadas de nosotros los godos. singularmente en lo que atañe a la excesiva devoción.
Una tarde, sentados en una banca del parque de Bolívar, en Medellín, nos decía el poeta, para tomarles el pelo a sus copartidarios. Somos tan majaderos los godos, que creemos que con una reliquia nos escapamos de la muerte. Por qué dices eso? le pregunté, deseoso de aguijarlo, porque veía venir un cuento bueno. Por mil motivos me contestó. Mira, cuando la guerra de 1876, organizó mi abuelo en Sopetrán, mi tierra, una pequeña fuerza con el nombre de «Batallón Pío Nono. La víspera de marchar a la guerra llevó mi abuelo su batallón a la plaza, para que el cura lo bendijera. Eso no tiene nada de malo ni de ridiculole interrumpió Tomás Quevedo Alvarez. No, hasta ahí no hay nada; pero déjenme seguir. La bobada consiste en que a los soldados les pusieron unas grandes bandas azules, con unas enormes letras blancas, que decían. Pío Nono. La palabra «Píoles quedaba en el pecho, y la palabra «Nono» en la espalda. Tampoco veo lo ridículo del caso repuso el poeta Federico Carlos Henao. No me interrumpan. El cura bendijo las bandas y echó un sermón que terminó así. Estas palabras dulces, este santo nombre de Pío Nono será como un talismán, porque os librará de las balas de los enemigos de Dios y de la Religión. Me parece bien, porque eso entra en el programa dijo Quevedo Alvarez.