306 APUNTES estado, pues, a punto de ser realizado, y ello debemos decirlo. por confesión y consentimiento generales. Porque en Inglaterra, y en la misma Francia, muchos espíritus honrados y justos estaban dispuestos a considerar la preeminencia de hecho de Alemania como la recompensa legítima de sus constantes e inteligentes esfuerzos, de sus reales cualidades de laboriosidad, de consciencia profesional, de disciplina regulada.
AVIDEZ AMBICIÓN Pero Alemania ha querido demasiado. No contenta con el papel de maestra, ha querido ser ama.
Demasiado pronto y con demasiada dureza nos ha descubierto el secreto de sus ambiciones y el fin tras que corría a expensas nuestras: demasiado pronto nos ha mostrado las cadenas y el avasallamiento que nos preparaba. Mientras la creíamos animada únicamente, ante las otras naciones, de la emulación noble que existe entre rivales, ella nos hace convencernos de la falta de escrúpulos de su competencia comercial y de las pretensiones de servidumbre de su competencia política. Nos habíamos dormido en lo que creíamos el Templo de la Ciencia; nos hemos despertado en una bolsa de comercio o en un cuartel.
Recapitulando ahora los recuerdos de sus relaciones con los alemanes, los extranjeros encuentran una multitud de actos descorteses, excusados a la ligera, de los cuales habían sido víctimas resignadas: las mezquinas citas en sus ricas bibliografías; el desprecio sistemático de los grandes sabios franceses, en provecho de los alemanes, fuesen o no grandes o medianías; la impresión de connivencia y de común