284 APUNTES Basta tener buen sentido para no dudarlo.
Así se encuentra justificado lo que parecía una paradoja: una necesidad pública, en lo que no fuese satisfecha de un modo espontáneo, debiera no ser satisfecha.
Efectivamente, ahí está nuestro razonamiento, que lo mismo se aplica a una sociedad complicada que a la más sencilla: en general, todo trabajo descuidado es un trabajo cuyos productos no son tan necesarios como otros a la sociedad. De donde resulta este corolario: Hacer ejecutar por un medio artificial un tra.
bajo descuidado, pagando al efecto a varios ciudadanos, es perjudicar a otro trabajo más urgente, que hubieran ejecutado y que quedará descuidado; es sacrificar la necesidad mayor a la más pequeña.
Se nos va a hacer esta objeción. Pero, en fin, los trabajos que ejecuta un gobierno, al menos representativo, los ejecuta para obedecer a un concurso de deseos. Por consiguiente. a qué pensar que aquí lo menos útil no estará subordinado a lo más útil. Hé aquí nuestra respuesta: Es indudable que se tiene una inclinación a seguir este orden; es indudable, en cuanto a esas necesidades primitivas, que la defensa del país y la seguridad de las personas, la máquina del Gobierno, que tiene ahí mismo su origen, las ha satisfecho según el orden natural; es indudable que, para otras necesidades primitivas y simples, ha podido ocurrir lo mismo; cuando, por el contrario, ya no se trata de deseos poco numerosos, generales y enérgicos, sino de deseos como los que quedan por satisfacer en un estado de civilización más avanzado, es decir, numerosos, moderados y particulares, no se ha de fiar en el buen juicio de los que gobiernan.
Entre una multitud de necesidades secundarias,