APUNTES 203 pietario que ve que sus tierras, cuando las confía a un administrador, le dan deudas por todo producto, es una historia que se repite, en los anales de las naciones, bajo una forma aún más clara que en las cuentas de un propietario. Si las compañías por acciones se resienten, como es sabido, cuando un individuo les hace competencia, con mayor razón se resentirá esa compañía que abraza la nación entera.
El método que hace pasar el poder de los colegios electorales a los miembros del Parlamento, de éstos al ejecutivo, del ejecutivo a una oficina, de la oficina a inspectores, y de los inspectores, por fin, bajo sus órdenes, a los que hacen el trabajo, esa interposición de toda una serie de palancas cada una de las cuales absorbe su parte de la fuerza motriz en frotamientos y en inercia vencida, son procedimientos demasiado complicados para valer gran cosa; y, en cambio, el auxilio directo, de parte de la sociedad, a los individuos, a las compañías privadas, a los establecimientos creados por la iniciativa de los particulares, es un medio tanto mejor cuanto que es más sencillo. Para hacer el contraste más sensible, comparemos en sus detalles la manera de operar de ambos sistemas.
La máquina oficial está acostumbrada a la lentitud.
Cuando un establecimiento particular nos fastidia con sus retrasos, acabamos con ellos cesando de buscar sus servicios, y pronto encontramos gente más activa: bajo disciplina tal, todos los establecimientos han aprendido a trabajar con rapidez. Mas, con los retrasos propios de las administraciones del Estado, el remedio no es tan sencillo. Los trámites que reclama un asunto que depende, por ejemplo, de la Cancillería, duran lo que la vida de un hombre, y es menester sufrirlo con paciencia. los catálogos de museo! Se les ha de aguardar con una espera sin esperanza! Cuando un particular quiere construir un palacio de cristal, hace