162 APUNTES éste, y la feroz ninfa Egeria del no menos feroz militarote, le dijo sonriendo sarcásticamente. Si creerá ese sabihondo que se salva porque tiene comenzados unos trabajos que no sirven de nada. Qué le contestamos? le preguntó Enrile. Nada respondió Villabrille. no le conteste usted nada, y salgamos de él. Pero dicen que es un sabio. repuso Enrile, que aunque un sargentón vulgar, tenía cierta reflexión. OM. Qué sabio! Fusilemos ese sabihondo, que España no necesita de sabios.
Tri Un siglo después Menéndez y Pelayo, otro sabio, escribía, refiriéndose a Caldas. Víctima nunca bastante deplorada, de la ignorante ferocidad de un soldado a quien en mala hora confió España la delicada empresa de la pacificación de sus provincias ultramarinas. Una autoparodia. Gregorio Gutiérrez Gon.
zález, como a Julio Flores y como a todos los poetas muy populares, les adjudican las gentes cuanta estrofa se les viene a la cabeza y cuyo autor ignoran, y por eso hemos visto todos estrofas de Zorrilla, de Campoamor, de Núñez de Arce y de otros con la firma del bardo del Maíz, sin que éste sea ni remotamente el culpado de hartos tales.