146 APUNTES Por consiguiente, no debe sorprender que, en sus esfuerzos por remediar males particulares, el legislador no deje nunca de acarrear males nuevos, siempre inesperados. Ni el sabio Carlyle, ni una asamblea de tales sabios, podrían sustraerse a esta misma fatalidad. Cuando el mal se ha producido, la cosa se explica cómodamente: mas nunca se prevé.
Cuando se tomaron, de acuerdo con la nueva ley sobre los pobres, disposiciones para colocar a los vagabundos en los asilos de mendicidad, chubiérase creído que se iba a provocar la aparición de una clase de mendigos que pasarían la vida viajando a través del reino?
Los que, hace algunas generaciones, establecieron que las parroquias pagarían la alimentación de los hijos naturales, no sospechaban que algún día una familia de hijos naturales sería mirada como una pequeña fortuna y haría que la madre fuera buscada por esposa.
Los mismos políticos no vieron que, con su ley sobre los domicilios, creaban entre los salarios de los diversos distritos una desigualdad desastrosa y acarreaban la supresión de las casas baratas, la proximidad de las alcobas en un corto espacio, de donde provenía un debilitamiento de los cuerpos y de los espíritus.
La ley sobre el tonelaje de los navios in.
gleses no tenía otro objeto que determinar las reglas para medir los buques: al hacerla no se