88 APUNTES Le voy a decir en verso todo esto, para que se le grabe: En Amalfi vi la luz, en Amalfi fui creciendo, y. por esta santa cruz que en Amalfi está lloviendo, como siempre. Amén. Jesús.
La locura de Murillo. Quien ve la corpulencia de Emilio Murillo, no piensa, ni por soñación, que ese artista sea, como es, un manojo de nervios.
Porque Emilio Murillo no se está quieto ni para retratarse. Es vivaz como una ardilla, pero su actividad no es la de ese animalucho y, por consiguiente, no puede decirsele: db Tántas idas y venidas, tántas vueltas y revueltas, quiero, amiga, que me diga, son de alguna utilidad?
Emilio Murillo, más que andar, rueda. Va de grupo en grupo, de almacén en almacén, de periódico en periódico, de radio en radio, siempre animado, siempre jubiloso, siempre artista; soltando aquí un epigrama, allí un chiste, allá un chascarrillo, acullá una remembranza.