APUNTES 81 y ya vamos medio siglo abajo, sentimos, si estamos ausentes de aquella ciudad querida, que en el fondo del alma se levantan remolinos de recuerdos y añoranzas, cuando llega el de diciembre.
Porque es ese el día grande de nuestra vetusta ciudad y, pensando en ella, evocamos el poema en que se cantan sus glorias: Santa Fe de Antioquia, mi ciudad querida, anciana lejana de cabeza cana, madre centenaria que me diste vida!
Aún en mis remembranzas infantiles y juveniles, se destaca, como en ideal cinematógrafo, la procesión de la Inmaculada, que sale por las calles, plazas y plazoletas de mi ciudad, el de diciembre.
El obispo, los canónigos y los monaguillos con pluviales, dalmáticas y bonetes azules; las largas filas de niñas, vestidas de blanco y adornadas con bandas azules; los fieles devotos con banderolas azules en las manos; las casas con gallardetes azules; arriba, el cielo azul y límpido, donde rueda fulgurante el mismo sol que reflejó sus rayos en los cascos bruñidos que cubrían las altivas cabezas del mariscal Jorge Robledo y del capitán Juan de Cabrera; y abajo, en la hondonada, el Tonusco, el buen padre río, que parece